Un día se cansaron de trabajar mucho y recibir a cambio solo quejas, entonces se juntaron en una cafetería a escribir en mantelitos de papel sus sueños con tiza. Apostaron desde el reloj de la abuelita hasta la plata de las cervezas porque querían una casa colaborativa con un árbol sembrado en el centro y sillones rojos donde sentarse a inventar rayuelas y bolas del destino para Centroamérica. Estas mujeres son mi vida y hoy celebro con ellas que de tanto estirar los brazos por fin movimos las estrellas. Y ahora, cuando llegan las llamadas, los proyectos y las entrevistas en televisión sonreimos como reinas, como si algún día hubiésemos tenido certeza. A veces la vida se porta agradecida con quienes gastan sus únicos colones en la improbable tarea de ser felices con frecuencia.
viernes, 23 de febrero de 2007
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2 comentarios:
A veces la vida se porta agradecida con quienes gastan sus únicos colones en la improbable tarea de ser felices con frecuencia...
Me gustó mucho este.. cómo le llamas a estos?? cuentos?? o que son para ti??
Me gusta este estilo de escritura.
gracias hombrecito azul. No sé como se llama este exceso de tinta que termina volcada en el papel de mi pantalla.
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