Hubo un tiempo en que medía menos que la jirafita de las farmacias y lograba pasar la cabeza por entre las barras del portón del frente de mi casa. En esos años gloriosos donde me fiaban chocoletas y picaritas en la pulpería de doña Gema, también vivía en mi casa mi mamá. La mayor parte de mi abundante energía estaba dedicada a amarrar vecinitos al palo de mango del patio, convencer a mi primo para que pedaleara la bicicleta conmigo guindada en patines o disfrazar a mis primas de travestis en el Carnaval de Río de Janeiro privado que organizaba en mi cuarto.
Pero habían días en que mi corazón de ocho años se llenaba de odio y entonces se ponía en funcionamiento esa región oscura del cerebro destinada a maquinar las más terribles venganzas infantiles. ¡Pagará por esto!, murmuraba yo en voz baja mientras empacaba mis haberes en un morralito del tamaño de una cuarta, cuando sepa que no estoy llorará y no podrá jamás recuperarme, se preguntará dónde estoy y sabrá que fue su responsabilidad por haber sido tan injusta conmigo, y me reía satisfecha... escondida en el garaje detrás del Honda Civic ´84 color verde botella.
Pero habían días en que mi corazón de ocho años se llenaba de odio y entonces se ponía en funcionamiento esa región oscura del cerebro destinada a maquinar las más terribles venganzas infantiles. ¡Pagará por esto!, murmuraba yo en voz baja mientras empacaba mis haberes en un morralito del tamaño de una cuarta, cuando sepa que no estoy llorará y no podrá jamás recuperarme, se preguntará dónde estoy y sabrá que fue su responsabilidad por haber sido tan injusta conmigo, y me reía satisfecha... escondida en el garaje detrás del Honda Civic ´84 color verde botella.
2 comentarios:
Genial, me encantó este post. Ya tenés el guión, sólo falta grabar el corto.
gracias, gracias...si vos hacés locución tenemos un trato!
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