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viernes, 4 de mayo de 2007

Yo salí por una cerveza

Les juro que no andaba buscando nada más. Me senté a la mesa y ella dobló la servilleta y puso encima mi botella, porque sabe que no me gusta cuando se llena de agua la mesa. Tiene las manos tan suavecitas, me encanta como sus dedos juegan con mis manos, con mis piernas. Pero esta no era una noche romántica, qué va, si salimos con el clan habitual de sospechosas y nos instalamos en la misma mesa de siempre. Nos parecía tan cómodo el bar, cerca de la parada de buses, tranquilo, sin demasida bulla y con techos altos.

Las chicas se reían y yo pensaba: hace días que no las veía, puta, tenemos que hablarnos más a menudo. Llegaron Laura y Adriana y cuando me levanté para darles campo aproveché para plantarle un beso a mi novia. Me encanta la boca que tiene. Terminé de besarla y se sonrió, tiene unos camanances preciosos. Pero cuando se nos acabó la cerveza, se nos acabó la paz. Les juro que yo solo salí por una cerveza.

Como la que llega de última invita, Lau se levantó a pedir que siguiera fluyendo el combustible. Quizás las miradas duras de los tipejos de la barra debieron ser la primera clave. Luego el baldazo de agua fría: "No les vamos a vender más cerveza" le dijo el bartender, "y dígale a sus amiguitas que este no es un bar gay, aquí no se permiten conductas anormales". Indignada por la inaceptable respuesta corrió a la mesa a avisarle a las chicas. Nos fuimos juntas a hablar con el dueño del bar.

***aquí es donde cae polvo de hadas y empieza el cuento,
porque el final verídico me produce náuseas****

Nos quejamos con el dueño por la negativa del bartender a atendernos y él llamó al muchacho. Acto seguido este le explicó que algunos clientes de la barra se sentían incómodos porque una pareja de mujeres se estaba besando. Entonces el dueño se rió a carcajadas nos guiñó el ojo y le dijo al chico: "infórmele a los caballeros de la barra que si quieren ellos pueden besarse también". Luego le dió unas palmadas en la espalda al muchacho y le dijo: "sírvale una ronda gratis a las chicas y bájelo de su salario, para que la próxima vez se acuerde de que esta chicharronera no discrimina".

Colorín colorado,
si no hacemos algo al respecto,
este cuento nunca estará acabado.

1 comentarios:

furia dijo...

"dígale a los señores de la barra que no les vamos a vender más cerveza a ellos, porque aquí no se aceptan conductas anormales, como la lesbofobia..."