Mis dedos recorren tu piel tibia
y tu sonrisa cómplice acusa recibo.
Recién amanece,
pero el tiempo apremia
y la realidad toca el timbre por tercera vez.
Nos vestimos de prisa,
luchando por no arrancarnos de vuelta la ropa.
Cae sobre el piso la bufanda que más tarde se unirá a la colección de recordatorios de tela
que sembrás por todo mi apartamento.
Se cierra la puerta detrás tuyo
y el taconeo de tus pasos
se imprime en los rincones de mi memoria.
miércoles, 8 de febrero de 2012
De prisa
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