Como si estuviéramos en otro país salimos a la calle a darnos besos, así, en público. Una turba de lesbianas, tortilleras, homosexuales, gays, trans y bugas amigables cansados de que a sus amigas las echen de los bares por pegarse los besos. Los números fueron nuestro escudo, porque casi nadie se atreve a pelearse con 80 personas al mismo tiempo. Nos aplaudieron y nos insultaron, pero la noche fue nuestra y por algunas horas en este pequeño país de lo improbable recuperamos la dignidad que nos quita la gente ignorante cuando nos obliga a encerrarnos en el closet con música al que le llamamos "ambiente". Algún día cuando acomodemos los cajones de la memoria desempolvaremos esta noche y sonreiremos, con suerte hasta nos reiremos de pensar en aquellos momentos absurdos de la historia en que a las personas les producía tanto miedo dejar que la gente se quiera en paz.
martes, 19 de junio de 2007
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