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viernes, 9 de noviembre de 2007

Comida de elevador

Comida de elevador. De esa que no te permite saber en qué parte del mundo estás y que va perfecta con la decoración anónima e "internacional" que colocan las cadenas hoteleras en sus paredes. Algo de color sin cruzar los peligrosos bordes de la idiosincracia local. Etnicidad globalizada para llevar. Como Putumayo. Fuentes de ensalada, almuerzos calentados en recipientes metálicos al vapor, carnes, pastas y gaseosas. ¿Y dónde putas están las pupusas, la cola champán y los tamalitos con queso y loroco? ¿Cuántas capas de cemento tengo que arrancar para encontrar a San Salvador en medio de estas ruinas llenas de centros comerciales y autopistas? Seño, es que es muy peligroso el centro, me contestan en voz baja los organizadores, pero mire, en esta tienda (Zara) venden ropa muy galana. Efectivamente, la cultura autóctona y la realidad local siempre han sido muy peligrosas para la aplanadora global. Mejor seguir comprando en las Zaras de todos los países, seguir comiendo de las fuentes de maíz amarillo enlatado, borrar de la memoria esa leyenda de la señora con delantal sucio que palmea pupusas y abrirnos a las maravillas del desarrollo. CTRL+ALT+DEL

3 comentarios:

Julia Ardón dijo...

te ganaste un almuercito en Chubascos. gratis. Te invito!
Llamame cuando querrás ir.
482-2069

Mis hermanas, mi hermano y yo sabemos que haciendo picadillos estamos haciendo trabajo cultural.

restaurantechubascos.com

Margarita Salas dijo...

Muchas gracias, te acepto la invitación y te felicito, porque los picadillos son efectivamente un ladrillo fundamental de nuestra cultura.

furia dijo...

no me queda nada qué agregar. Ya usté lo dijo todo :S