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lunes, 28 de mayo de 2007

Memoria motora, memoria histórica

Cuando pasé el pincel por la manta me pegó de pronto una oleada de familiaridad. Estas manos han estado aquí antes, en otra sala y dibujando otras letras, pero crispadas por la misma emoción de estar escribiendo una partecita de la historia, pequeña y resistente, pero historia al fin.

Me inclino sobre el piso a continuar la tarea y mis piernas recuerdan los años en que corrieron para escapar de la macana policial. Mis ojos, que ahora examinan nuestro manifiesto, han resistido la embestida del gas lacrimógeno y han llorado de emoción al ver nuestras luchas vencer.

Una vez más mis piés recorrerán el asfalto con paso firme y prestaré oídos sordos a quienes tildan de adolecentes los ideales. Porque aunque tenga las manos llenas de preguntas tengo la certeza de que mi espíritu se habrá quebrado el día que me gane la indiferencia.

lunes, 21 de mayo de 2007

Miel & Menta

A veces siento que el aire se me vuelve miel. Estiro los brazos para intentar abrirme espacio en medio de esta sustancia densa, tratando de controlar el pánico que me produce el ahogo. Pero con cada movimiento me enredo más en la melaza, entonces conjuro a las diosas primitivas que me habitan y desciende una lluvia ácida. Sabe a menta y hierbabuena esta agua y corta de cuajo la viscosa pasta que me impedía respirar. Tomo dos mitades de limón ácido y me froto la piel que ahora se siente fresca y libre.

Quiero tomar impulso y saltar sin pensarlo, sentir la caída libre del vacío.

miércoles, 16 de mayo de 2007

El tiro por la culata

En el país de lo improbable donde el orejón es rey, la organización social se está contagiando más rápido que los piojos cuando una está en tercer grado de la escuela. Y sin querer queriendo en cada salón comunal nos estamos trayendo al suelo esa imagencita pre-fabricada de la supuesta idiosincracia tica valeverguista-porta mí. De sobra sé que soy una optimista incurable, pero las circunstancias ameritan al menos un bailecito del triunfo privado, en el espíritu de todas aquellas personas a las que nos robaron mucho más que el 1%. Pienso en toda esta movida de gente que se reúne por cantones para planear como quitarle la chupeta al rey y la única palabra que se me viene a la mente es: Karma. Porque por andar jugando de matones del barrio y aplicando la ley de "la bola es mía" se les alborotó el hormiguero. A todas las estrellas que llevaron el abuso a límites suficientes para que la gente se organizara: muchas gracias!

viernes, 4 de mayo de 2007

Yo salí por una cerveza

Les juro que no andaba buscando nada más. Me senté a la mesa y ella dobló la servilleta y puso encima mi botella, porque sabe que no me gusta cuando se llena de agua la mesa. Tiene las manos tan suavecitas, me encanta como sus dedos juegan con mis manos, con mis piernas. Pero esta no era una noche romántica, qué va, si salimos con el clan habitual de sospechosas y nos instalamos en la misma mesa de siempre. Nos parecía tan cómodo el bar, cerca de la parada de buses, tranquilo, sin demasida bulla y con techos altos.

Las chicas se reían y yo pensaba: hace días que no las veía, puta, tenemos que hablarnos más a menudo. Llegaron Laura y Adriana y cuando me levanté para darles campo aproveché para plantarle un beso a mi novia. Me encanta la boca que tiene. Terminé de besarla y se sonrió, tiene unos camanances preciosos. Pero cuando se nos acabó la cerveza, se nos acabó la paz. Les juro que yo solo salí por una cerveza.

Como la que llega de última invita, Lau se levantó a pedir que siguiera fluyendo el combustible. Quizás las miradas duras de los tipejos de la barra debieron ser la primera clave. Luego el baldazo de agua fría: "No les vamos a vender más cerveza" le dijo el bartender, "y dígale a sus amiguitas que este no es un bar gay, aquí no se permiten conductas anormales". Indignada por la inaceptable respuesta corrió a la mesa a avisarle a las chicas. Nos fuimos juntas a hablar con el dueño del bar.

***aquí es donde cae polvo de hadas y empieza el cuento,
porque el final verídico me produce náuseas****

Nos quejamos con el dueño por la negativa del bartender a atendernos y él llamó al muchacho. Acto seguido este le explicó que algunos clientes de la barra se sentían incómodos porque una pareja de mujeres se estaba besando. Entonces el dueño se rió a carcajadas nos guiñó el ojo y le dijo al chico: "infórmele a los caballeros de la barra que si quieren ellos pueden besarse también". Luego le dió unas palmadas en la espalda al muchacho y le dijo: "sírvale una ronda gratis a las chicas y bájelo de su salario, para que la próxima vez se acuerde de que esta chicharronera no discrimina".

Colorín colorado,
si no hacemos algo al respecto,
este cuento nunca estará acabado.